domingo, 12 de junio de 2016

Llevo una temporada en formación entre PNL, coaching y constelaciones familiares. Es un mundo apasionante, la verdad, que invito a que conozcáis. Ayer, concretamente estuve en un taller en Valladolid sobre estos temas. De nuevo, me traje para casa tarea para pensar y reflexionar, porque hice un descubrimiento un tanto cómico-dramático. Os explico, a través de una dinámica proyectiva y con la ayuda de compañeros, vi que uno de mis problemas que más me ronrronea la cabeza (que es mi falta de cabellera) me lo estaba tomando como un divertimento... Mi primera reacción interior fue la de negarlo, pero después me di cuenta de que en el fondo esta siendo una oportunidad para desarrollar mi creatividad y sacar ni niña interior: juego con pañuelos, me pongo postizos, combino sombreros... ¡Me estoy divirtiendo y no soy consciente de ello! ¿Puede haber tanta incongruencia entre el consciente y lo inconsciente? Pues debe ser que sí.
A partir de ahora no me pienso perder ninguna oportunidad para sonreír cada vez que me mire al espejo. Yo pensando que era una víctima y en el fondo soy una brujilla juguetona.